El reporte COVID 19 del 3 de junio nos cayó encima como un balde de agua fría, con 52 nuevos contagios. Sobra decirlo: fue la jornada de mayor número de casos desde que llegó la pandemia al país y, aunque la situación sigue bajo control, la cifra constituye un recordatorio mayúsculo: el riesgo continúa.

Los esfuerzos por contener en lo posible la entrada del coronavirus por la extensa y porosa frontera norte, podría decirse sin exagerar que son titánicos. Sin descanso, 24/7 todas las policías del país, incluyendo refuerzos del Poder Judicial, observan puntos ciegos en tierra así como las aguas del San Juan intentando cerrar el paso a los indocumentados.

Es sabido que el Ministerio de Hacienda es una de las sillas más calientes del Ejecutivo. Ningún jerarca acepta el cargo pensando que no se quedará todo el cuatrienio. Pero lo cierto es que en ese puesto casi nunca ninguno logra acabar el periodo.

El mundo mira estupefacto (nuevamente) la decadencia de la otrora primera potencia. Desde el siglo pasado, no se vivían en Estados Unidos tales alzamientos civiles contra la violencia racial como en los últimos días.

Rodrigo Chaves ya no será más el ministro de Hacienda del presidente Carlos Alvarado, pero por razones distintas a las que podían dar los pronósticos de los últimos días. Ocurre una semana después de que el mandatario avalara la ley que exoneró de la regla fiscal a las municipalidades y que, consecuentemente, dejó insatisfecha la recomendación de veto que había hecho el jerarca hacendario.

“Nuestro principal riesgo sanitario en este momento es el alto nivel de circulación del virus que existe en Nicaragua... tenemos que ser muy diligentes”. Lo sabíamos. Pero una cosa es tenerlo presente desde hace meses como advertencia y otra muy distinta es que la sentencia fuese hecha efectiva este miércoles por el Ministro de Salud Daniel Salas.