El apremio de las finanzas públicas en nuestro país exige casi milagros, pero en asuntos materiales solo caben las acciones políticas y la esperanza de que la economía responda en cierta dirección.

Una “reactivación con transformación”. Más de medio centenar de economistas y profesionales de otras áreas, plantean que el sombrío panorama de una “tormenta perfecta” de crisis simultáneas confluyen junto con la pandemia, debe ser aprovechado por el país como la oportunidad para construir “una economía próspera, inclusiva y sustentable”.

“La casa no se va a incendiar; la casa se incendió”. Esta es la forma en que el expresidente Miguel Ángel Rodríguez explica la magnitud de la conflagración que está afectándonos. Tan claro como cuando la semana pasada la contralora general de la república dijo, ¿saben qué? “el lobo ya llegó”.

Los expertos en proyecciones estiman que al ritmo que vamos duplicaremos casos en 36 días. Y esto no significa que las medidas de restricción no están teniendo resultados, pues lo cierto es que la velocidad de la tasa de contagio ha disminuido de 1.75 el 28 de junio a 1.25 el 15 de julio. (El parámetro internacional establece que la epidemia está bajo control cuando la tasa de reproducción del virus –tasa R- es igual a 1).

En Costa Rica resulta carísimo comprarse un carro, pagar servicios de internet, adquirir un seguro, acceder a servicios financieros o simplemente comprar artículos de primerísima necesidad como la leche, el azúcar, el arroz o incluso el cemento.

En abril, un mes después de la declaratoria de emergencia nacional, las autoridades sanitarias confirmaron el primer caso de Covid 19 en una cuartería capitalina. Hoy, en palabras del director de la Policía Municipal de San José “esto es imparable”. Las estimaciones que maneja dan cuenta de unos 300 casos en unas 15 cuarterías que están con cierre sanitario. Pero también hay cada día algún caso de contagio en habitantes de calle.