El apremio de las finanzas públicas en nuestro país exige casi milagros, pero en asuntos materiales solo caben las acciones políticas y la esperanza de que la economía responda en cierta dirección.
Este reducido margen de maniobra se complica porque el timón no lo lleva solo el Gobierno en sus tormentas, sino que lo comparte con una Asamblea Legislativa diversa y sujeta a factores que agregan complejidad a tareas urgentes. Entre estas, la aprobación del presupuesto extraordinario que ayude a atender la emergencia de los próximos meses.
Los diputados exigen al Gobierno aplicar recortes al gasto, algunos los critican por insuficientes y luego otros intentan restablecer algunas de esas partidas, lo que restaría efecto al intento de disminución presupuestaria. Una paradoja.
La sesión de este miércoles mostró parte de este pulso. No fue posible dejar aprobado en primer debate el proyecto y quedó para este jueves, con casi 20 mociones pendientes y seguro algunas discusiones de forma y fondo sobre asuntos que tienen que ver con los bonos Proteger y los dineros para el Seguro Social.
Y mientras tanto, la emergencia avanza. Ayer algún negocio más puso el candado y hoy lo harán más. Ayer algunos se sumaron al desempleo y hoy también. La necesidad de contención social se vuelve imperativa y compite financieramente con la necesidad de atender la epidemia en el tiempo que falte, que no será poco. Hoy volvimos a tener un dato superior a los 500 casos nuevos de Covid-19. La responsabilidad sobrepasa al Ejecutivo.
Esta Asamblea Legislativa ha sabido responder y podría seguirlo haciendo, no sin raspones ni tropezones, pues lo cierto es que en lo que resta de este año tiene tareas muy sensibles que resolver.
Solo un ejemplo: después del extraordinario, los diputados deben decidir si aprueban el 15% de reducción de la jornada laboral a los funcionarios públicos que ganan más de 1,5 millones de colones mensuales, tal como lo propuso el Ejecutivo. Abordamos todos los tópicos parlamentarios este jueves 23 de julio con la economista diputada del Partido Liberación Nacional, Silvia Hernández.