Si afirmamos que las escuelas públicas tenían un plan para celebrar el orgullo gay, que los drones del Ministerio de Educación pretendían vigilar a los estudiantes, que la Asamblea Legislativa aprobó una ley mordaza, que los diputados aumentaron a 75 años la edad de jubilación, mientras ellos mismos gozan un régimen de pensión tan privilegiado que ni siquiera pagan cuotas a la seguridad social; si decimos que vacunas en lugar de curar nos matan, que la pastilla del día después es abortiva, que un hermano del presidente Alvarado tiene un gran salario por asesorar al Mandatario…si decimos todo esto de golpe y porrazo tal vez sea muy factible que usted se pare en seco y piense que lo estamos engañando.
El problema es que dicho todo suelto un día por allá y otro por acá, repetido muchas veces y diseminado por ésta y otras redes sociales, todas esas mentiras, se convierten en aparentes verdades que nos están envenenando.
El verificador de hechos noticiosos #NoComaCuento de La Nación reportó que durante el primer semestre del 2019, el porcentaje de noticias falsas en WhatsApp se duplicó respecto del mismo periodo del 2018. Eso significa que aunque todavía Facebook tiene el dominio de las falsedades, whastapp se está convirtiendo rápidamente en el espacio favorito de viralización de mentiras.
Para Gustavo Román especialista en comunicación política, estamos viviendo la era de la posverdad, que es mucho más complicado que decir que estamos ante una epidemia de noticias falsas. En su planteamiento, lo que padecemos es un verdadero “cambio climático cultural” en el que la mezcla de gases tóxicos podría envenenarnos toda la atmósfera. ¿Cómo y por qué debemos luchar contra esta amenaza democrática? En Hablando Claro conversamos con Gustavo Román Jacobo.