No solo tenemos un sistema político fragmentado, sino que a lo interno de los grupos políticos hay numerosas y no siempre disimuladas fracturas. Es el signo de los tiempos. Ciertamente no sólo en política, pero sin duda, es en ese quehacer donde se observa con mucho énfasis; particularmente en una campaña electoral.
Por ejemplo, el PAC que apenas está empezando a levantar en los sondeos de opinión pública, no esconde sus diferencias sobre el tema del momento: Derechos Humanos de última generación. El brazo autodenominado PAC PAC se lanzó contra el Ejecutivo y contra su propio fundador Ottón Solís rechazando la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Liberación Nacional mientras tanto pasa apuros para conjuntar a los suyos, pues no solo no logró superar el muro divisorio de la convención, sino que además está fracturado por el espinoso tema de los derechos igualitarios y hasta de las guías de afectividad y sexualidad.
Y en el PUSC está claro que el desafío es superar la escisión que lo partió en dos agrupaciones y que hoy le resta opciones más robustas para acceder a un sitio más seguro en las preferencias.
Lo paradójico es que mientras tanto, los que lideran las encuestas no solo no tienen experiencia de gobierno, sino que tampoco tienen equipos para gobernar. Parece más imperioso que nunca hablar a partir del 5 de febrero de gobierno plural.
Pero ahora estamos en plena puja y el árbitro de la contienda tiene mucho trabajo. En las últimas horas el Tribunal Supremo de Elecciones le concedió tres días a Juan Diego Castro para justificar su decisión de bloquear seguidores en redes sociales que lo adversan o lo cuestionan y además prohibió a los sacerdotes y pastores utilizar sus púlpitos para inducir el voto de sus feligreses, una resolución dirigida a la Conferencia Episcopal y a la Alianza Evangélica Costarricense.
En #FrecuenciaElectoral y con nuestro colaborador el politólogo Gustavo Adolfo Araya Martinez, conversamos con el especialista en comunicación y política Saúl Buzeta.