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Aunque el ejercicio de esta apasionante tarea -que se ejecuta desde el primer día que se asume y hasta el último aliento- las ha convertido en verdaderas expertas, ninguna de ellas se califica como tal. Y por tanto, aseguran, no dictan cátedra.
Y eso no sorprende. La maternidad (un oficio al que primero se le enfrenta con temor y luego se le descubre la pasión) ciertamente se realiza sin mucha alharaca, sin mucho ruido, sin competencias previamente adquiridas... más que ver y recibir los consejos de las más experimentadas; es decir de otras que fueron mamás antes que ellas.
Dicen que cada hijo o hija trae el bollo de pan debajo del brazo. Puede ser. Pero seguro que en el otro brazo llevan también la sentencia de la culpa que ellas, sus mamás, cargan consigo también desde que se desprenden de ellos casi siempre a los tres o cuatro meses para continuar las tareas del trabajo que -por necesidad o por mera realización- obliga a dejarlos casi siempre ocho o diez horas al día. Y esto no es un lamento. Es solo la pura y real verdad.
Así , las mamás, viven con culpa, hasta que, con el paso de los años, aquellas criaturas van creciendo y al llenar de satisfacciones el saco del orgullo de sus madres (por cierto un gran bálsamo para el "mal de culpa") terminan por emprender el propio vuelo. Porque si la ley de la vida es que los hijos crezcan, se formen, se realicen y vuelen, la de las mamás es siempre impulsarlos a volar. Hasta que regresan, casi siempre con sus propios hijos. Y hacen abuelas a las mamás. Es decir, mamás por partida doble.
En este Día Especial, conversamos con tres mamás que nos cuentan sus anhelos, alegrías y alguna que otra tristeza, que no puede faltar.
Mishelle Mitchell periodista, Mayela Rojas financista y Kathiana Aguilar, administradora de empresas, con ellas celebramos este martes 15 de agosto, el Día de la Madre en Hablando Claro.
