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Pareciera una eternidad. Pero Donald Trump apenas lleva ocho meses al frente de la Casa Blanca. Un lapso suficiente para estar no sólo enredado en las complejas cuerdas de la política interna de Washington, sino con implicaciones en frentes externos.
Sin duda, la más emblemática de esas tramas es la rusa. Como consecuencia de ella, el Presidente se vio obligado a secundar las sanciones promulgadas por el Congreso contra Moscú y por aquello de curarse en salud, los representantes se aseguraron de limitar la capacidad del mandatario de boicotear las medidas.
En el último mes, Trump afrontó la caída de tres altos cargos. La más reciente y fugaz fue la de Director de Comunicación, Anthony Scaramucci, que fue despedido en el tiempo récord de 10 días tras el nombramiento, por sonados excesos.
Por otra parte, el Congreso reactivó recientemente la llamada Acta Nicaragüense (Nicaraguan Investment Conditionality Act (NICA), cuyo objetivo es que Estados Unidos vote en contra de los préstamos que Managua busque ante entidades financieras multilaterales, como una “herramienta poderosa que puede ayudar a poner fin a las atrocidades que se producen en Nicaragua y revertir su trayectoria destructiva actual” dijo Ros-Lehtinen, una de los congresistas proponentes de la iniciativa.
El gobierno de Daniel Ortega tildó la iniciativa como "ciega, sorda e irracional... concebida por mentes insensibles, mal intencionadas y cerradas.
Más allá de ésta batalla diplomática en nuestro límite, ¿cómo puede afectar a Costa Rica, el establecimiento de sanciones económicas a un gobierno vecino incómodo y difícil?
Este viernes 4 de agosto, conversamos con el periodista y ex Embajador de Costa Rica en la ONU, Eduardo Ulibarri en Hablando Claro.