Cumplir su promesa de control migratorio férreo se ha convertido en la obsesión del presidente Donald Trump. En sus primeras semanas la lista de acciones es amplísima y las repercusiones internas y externas ya se sienten.
Entre otras: declarar emergencia nacional en la frontera sur, poner fin de inmediato al uso de la aplicación gratuita que permitía a los migrantes agendar citas para solicitar asilo en Estados Unidos (CBP One), iniciar el proceso para poner fin a la ciudadanía por nacimiento, remover al personal de la agencia del Departamento de Justicia que supervisa los tribunales de inmigración y anunciar para abril la revocatoria del estatus de protección temporal a miles de venezolanos.
Fuera de sus fronteras ha imperado el uso de las amenazas de imponer aranceles a México y Canadá para que colaboren con operaciones de control del flujo de personas e ingreso de drogas. El conflicto con Colombia ante el rechazo inicial de recibir aviones con migrantes.
En nuestra región la gira que realiza el secretario de Estado Marco Rubio con un mensaje claro y que se entiende al parafrasear sus palabras de que es mejor ser amigo de Estados Unidos, ya que con esa condición se puede negociar para así recibir concesiones.
Por ahora, parte de la cosecha de este viaje fue el ofrecimiento del presidente Bukele de usar su mega cárcel, del presidente Mulino de no renovar contratos con China, el anuncio de que Costa Rica sea un tercer país seguro y el ofrecimiento de ayuda en combate al narcotráfico y sobre todo de ciberseguridad, en relación directa a 5G y el rechazo a la tecnología china.
Para entender este entrelazado de múltiples factores del fenómeno migratorio conversamos con el politólogo Alfonso Rojas.
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