Reiterar que el conflicto en Oriente Medio tiene repercusiones que trascienden por mucho los escenarios de la guerra, es una obviedad. Pero situar esas cajas de resonancia tan cerca de nosotros como en Nicaragua, ya nos pone un poco más atentos. Y no es que se trate de un hecho novedoso, pues la presencia iraní en América Latina es de larga data.
Lo que sucede ahora es que en respuesta a la decisión del régimen de Ortega-Murillo de romper relaciones con Tel Aviv, Israel denunció que esa ruptura unilateral es un paso más en la consolidación del poder de Irán en la región, pues además de Managua hay operaciones en curso en Venezuela y Bolivia. Y el señalamiento fue más explícito, pues esa presencia diplomática, militar y de intercambio comercial -dijo- siempre va aparejada con la gestión clandestina de actores que suponen un peligro para las democracias de la región, por supuesto incluyendo a Costa Rica.
Amir Rockman, el cónsul de Israel en San José, no especificó la naturaleza de la acción de esos grupos o personas extremistas, pero aseguró que Irán se mueve con soltura en el territorio de sus aliados y aprovecha para potenciar la desestabilización política en los países vecinos, mediante el financiamiento de campañas de desinformación por redes sociales. También alertó acerca del peligro de la utilización de los flujos migratorios como escudos humanos para infiltrar agentes hacia terceros países. Por ello y considerando los antecedentes de presencia de extremistas en Argentina, Brasil, México, Colombia y Perú es que no podría descartarse la existencia de células de Hezbolá (la milicia más poderosa de los proxis iraníes) en América Latina.
Para abordar este tema conversaremos mañana con Cónsul Rockman y con el relacionista internacional Bryan Acuña.
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