El pasado 7 de octubre sorprendió a Israel una incursión terrorista que desató la guerra en Gaza.
Desde entonces el panorama está signado por bombardeos, invasiones terrestres y la muerte de civiles y rehenes.
El balance es desolador: 11 mil fallecidos y 242 rehenes, de los cuales 57 habrían muerto ya, son algunas de las más trágicas estadísticas de este escenario explosivo de confrontación.
Pero hay también 2.2 millones de desplazados, de los cuales la mitad serían menores de edad. Fuera de servicio están más de la mitad de hospitales y centros médicos de la Franja de Gaza, lo que acelera una crisis sanitaria, a la que se suma una muy limitada logística de entrega de alimentos y medicinas.
Otras alertas son la escasez y mala calidad del agua, así como un precario suministro de energía eléctrica que asfixia a la población gazatí.
Hasta ahora han sido inútiles los llamados de países y organismos internacionales para encontrar condiciones mínimas que den cabida a un cese al fuego.
Para poner en perspectiva este conflicto de repercusión global, conversamos con el relacionista internacional Carlos Cascante.
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