Si Costa Rica fuera una casa, hoy requeriría batería de mejoras en cimientos, pisos, goteras, conducciones eléctricas, pintura y hasta reforzamiento del techo. Tal imagen nos resulta apropiada para entender los resultados de la investigación acerca del “Balance y Tendencias del sector vivienda 2022”.
Se trata de un área de la economía que se ha venido frenando, lo cual resulta paradójico si se observa que están dadas las condiciones internas que más bien deberían impulsarla. Nos referimos a la reducción de la inflación, la revaluación del colón y la mejora en las finanzas públicas.
Pero, paradójicamente, esas condiciones favorables han chocado de frente con una reducción en los presupuestos de inversión y una disminución en la entrega de bonos de vivienda, que es la más baja de los últimos 25 años.
Así entonces, aunque el déficit cualitativo de viviendas en el país es de apenas 11.437, ha aumentado a 760 mil el de las unidades habitacionales que están en mal estado. No solo eso, sino que las familias con ingresos entre ₡320 mil y ₡800 mil no pueden para acceder a créditos o a bonos y para peores, las enormes diferencias de precios de los materiales de construcción, les dificultan aún más su anhelo de tener casa propia o mejorar la que ya poseen.
A este panorama de la política pública del sector vivienda le adicionamos la iniciativa del Ejecutivo para crear el “Ministerio de Territorio, Hábitat y Vivienda” que unificaría las tres instituciones, pero que no parece contar con el respaldo de los gremios y especialistas del ramo.
Para abordar el tema conversamos con Franklin Solano, de la Fundación Hábitat, y Guillermo Carazo, Director Ejecutivo del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos.
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