Junto con el cambio climático y la delincuencia organizada como fenómenos globales, la desigualdad, la pobreza y la exclusión repercuten crudamente en la calidad de la democracia en nuestra América Latina.
El escenario no es promisorio. En tiempos de desinformación, posturas políticas populistas y autocráticas, nuestra región experimenta un crecimiento económico de escasos 1,9% para el año 2023, con un leve crecimiento para el 2024, de un 2,2%.
Esto sin duda tendrá un grave impacto en la inversión social; es decir, en las acciones y programas que deben fortalecer el desarrollo humano. Sin duda, factores que ponen aún más tensión a los pueblos en relación con la demanda de bienes políticos que esperan les ofrezca la democracia para mejorar su calidad de vida.
Es cierto es que casi todos los actuales gobiernos fueron electos por votación popular, pero también es cierto que la democracia en la región está siendo socavada por la inmensa desigualdad y limitadas oportunidades que son producto de los fardos de los desequilibrios y los déficits fiscales, la corrupción y otros factores estructurales.
Para entender esta mezcla tan peligrosa desde lo económico, conversamos con especialista José Luis Arce.
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