Suspender el curso lectivo por cuatro días en todo el país podría haber sido una medida útil para ayudar a bajar el contagio de infecciones respiratorias agudas en niños, niñas y adolescentes. Podría, sí. Pero definitivamente, el criterio experto señala que la medida de manera aislada, anunciada atropelladamente y sin el conjunto de otras acciones y especialmente de una campaña a padres y encargados adultos, no conduce lamentablemente más que a un perjuicio a la comunidad estudiantil que profundiza los menoscabos y debilidades de un curso lectivo que está muy lejos de apuntalar la necesidad de revertir los déficits que arrastramos desde el 2018 en el sistema, especialmente el público.
No hay duda que la salud es el bien supremo a proteger. Por lo tanto, no es de recibo decir que si se cuestiona la decisión del Ministerio de Salud de interrumpir el curso como se hizo el lunes en la noche, sin coordinación y sin diseminación informativa alguna, es porque no se avala la necesidad de disminuir la severidad del pico infeccioso multicausal que por varios meses viene afectando a los menores de edad.
Pero resulta que de acuerdo con el criterio experto -entre otros- de la directora del Hospital Nacional de Niños, la Dra. Olga Arguedas, la medida hubiera resultado certera siempre y cuando se hubiera acompañado de la obligatoriedad del uso de mascarillas en espacios cerrados y transporte público para toda la población, retomar con fuerza la campaña de lavado de manos, proteger a los niños del contacto con personas enfermas y, muy importante también, reforzar la coordinación entre el mismo Ministerio de Salud y la CCSS en el tema de la vacunación. Ese era el paquete necesario. Pero no se implementó.
Siendo así, tenemos un curso lectivo suspendido en todo el país, como una medida sanitaria sin mayor soporte ni sustento. Y la afectación, una vez más, es para más de un millón de estudiantes y particularmente para los más vulnerables, como los que reciben asistencia de los comedores escolares.
Sobre este tema que nos atañe a todos, conversamos con el ex ministro de Educación Pública Francisco Antonio Pacheco.
No hay duda que la salud es el bien supremo a proteger. Por lo tanto, no es de recibo decir que si se cuestiona la decisión del Ministerio de Salud de interrumpir el curso como se hizo el lunes en la noche, sin coordinación y sin diseminación informativa alguna, es porque no se avala la necesidad de disminuir la severidad del pico infeccioso multicausal que por varios meses viene afectando a los menores de edad.
Pero resulta que de acuerdo con el criterio experto -entre otros- de la directora del Hospital Nacional de Niños, la Dra. Olga Arguedas, la medida hubiera resultado certera siempre y cuando se hubiera acompañado de la obligatoriedad del uso de mascarillas en espacios cerrados y transporte público para toda la población, retomar con fuerza la campaña de lavado de manos, proteger a los niños del contacto con personas enfermas y, muy importante también, reforzar la coordinación entre el mismo Ministerio de Salud y la CCSS en el tema de la vacunación. Ese era el paquete necesario. Pero no se implementó.
Siendo así, tenemos un curso lectivo suspendido en todo el país, como una medida sanitaria sin mayor soporte ni sustento. Y la afectación, una vez más, es para más de un millón de estudiantes y particularmente para los más vulnerables, como los que reciben asistencia de los comedores escolares.
Sobre este tema que nos atañe a todos, conversamos con el ex ministro de Educación Pública Francisco Antonio Pacheco.