"La Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología (CNVE) no debe utilizarse como un instrumento político para que los gobernantes de turno puedan fijar el rumbo con base en intereses personales o partidistas", dice el certero pronunciamiento de la Academia Nacional de las Ciencias.
Por supuesto que el señalamiento no viene de la nada. Viene de los cuestionamientos dirigidos el miércoles desde la Presidencia a ese grupo técnico/científico, no político, adscrito al Ministerio de Salud y encargado de coordinar los programas nacionales de vacunación, como el que ahora nos tiene protegidos contra la posibilidad de enfermarnos gravemente y morir de COVID-19.
Los cuestionamientos tampoco llegan solos, sino acompañados -casualmente el mismo día- por una denuncia de autor desconocido y de tipo penal contra miembros de esa misma CNVE junto al ahora exministro Daniel Salas y el expresidente de la CCSS, Román Macaya, por el supuesto vencimiento de los nombramientos de dos miembros que participaron en las sesiones durante la atención de la pandemia. ¿Es este acaso un buen ejemplo de esas tantas denuncias de motivación política que criticó el presidente Chaves ante la Corte Suprema de Justicia?
La obligatoriedad de la vacuna contra el SARS-CoV-2 está en el trasfondo de estas reacciones, pero hay algo más profundo y amplio: ¿cuáles criterios están primando en la toma decisiones que pueden ser de vida o muerte para la población? ¿Cuán vigente es el llamado a dejarnos guiar por la ciencia hecho 180 años atrás por José María Castro Madriz al fundar la Universidad de Santo Tomás, tal como nos lo recuerda la Academia de Ciencias? En concreto: ¿cuál será la política sanitaria frente al coronavirus y otras amenazas a la salud que corren por el mundo?
Vocero del Ministerio de Salud para estos asuntos de fondo, el doctor Rodrigo Marín nos acompaña este viernes desde el cargo que retomó como director de Vigilancia de la Salud.