La Negrita. Con ese solo acudir a mote cariñoso, cualquier tico sabe a qué nos referimos.
Es nuestro sello de identidad sociocultural más interiorizado, más extendido, y el que mayormente aglutina al ser costarricense, independientemente de su profesión de fe; es decir, trascendente al catolicismo mismo, para abarcar la expresión de cómo nos constituimos.
La Virgen de Los Ángeles, desde 1782 Patrona de Cartago y luego, ya desde hace casi a 200 años (1824) Patrona de Costa Rica, representa según el criterio versado del historiador y sacerdote Manuel Benavides, la "inculturación de la fe" costarricense, que dio significado y razón a nuestra amalgama identitaria como negros, indígenas, mestizos y pardos; el punto de unión y cohesión social entre las clases bajas de la época y los criollos cartagineses alrededor del hallazgo de la virgen de piedra que llegó a ser tan poderosa que logró desplazar el centro de poder político de Cartago hacia la iglesia de los Ángeles -años después basílica- relegando en importancia la parroquia de Santiago, donde quedaron selladas por la historia las muy conocidas ruinas de la ciudad.
De algunas de estas manifestaciones sociales y políticas de trascendencia en la forja de nuestra identidad costarricense, y por supuesto de la veneración que miles de connacionales guardan a la Negrita de Los Ángeles, conversamos este 2 de agosto con el Padre Manuel Benavides.