Cuando una amiga fue con su pariente enfermo a un hospital de nuestra seguridad social y se encontró con una sala de emergencias abarrotada de personas, le expresó al guardia su temor por el peligro de contagio, y el celador (único funcionario de primer contacto con los usuarios del centro médico) le contestó : “señora, la pandemia ya terminó”.
No es popular hablar al respecto. Pero definitivamente la pandemia no ha terminado. Aunque ya casi no hablemos de ello en los medios o en las (livianas) redes sociales. Aunque no tengamos datos duros cada semana desde el mes de mayo para monitorearla, la pandemia no ha terminado. ¿O es que acaso no hay cerca de su entorno uno o varios contagiados todos los días? ¿O usted mismo no se contagió ya una o dos veces?
Los especialistas vienen alertando hace semanas del peligro que implica habernos quedado a ciegas. “Oscuridad epidemiológica” le dice el salubrista Ronald Evans, quien sostiene que “el silencio informativo sobre Covid-19 en Costa Rica es único entre todos los países democráticos del mundo”.
Mientras en el planeta las muertes y los contagios suben y las personas siguen teniendo datos acerca de la prevalencia, la mortalidad, las inoculaciones, las hospitalizaciones, las pruebas y todas las variables sobre el virus, aquí parte sin novedad.
Con Evans coinciden los también especialistas, Juan José Romero y Agustín Gómez, de la Universidad Nacional y la de Costa Rica, respectivamente, cuando sostienen que hemos normalizado y naturalizado el Covid, al igual que lo hemos hecho con “las muertes en las carreteras, los asesinatos, las malas condiciones de las vías nacionales, el desastre educativo público… La corrupción, los habitantes de la calle, la venta y consumo de drogas…” En otras palabras, ¿qué más da agregar un otro problema a tan larga lista de males y volver a ver para otro lado?
Lo cierto es que aunque volteemos la mirada, sigue muriendo gente. Siguen apareciendo variantes del SARS-CoV-2, y aunque la mayoría de los ciudadanos dicen estar conscientes de la necesidad de mantener mascarilla, sobre todo en servicios públicos como los autobuses y los trenes, también es cierto que a falta de política pública orientadora hemos relajado todos los controles.
Sería bueno saber, entre otras cosas (de nuevo en algún momento) cómo van las costosas incapacidades laborales y cómo se está (o no) gestionando la pandemia en Costa Rica. Por ello, el epidemiólogo Evans asegura que “es totalmente necesario volver a contar prontamente con información estadística… Oportuna, confiable y completa”. No podemos seguir navegando a tientas en una pandemia, por mucho que ahora gracias a las vacunas los casos sean menos graves.
¿Cómo recuperamos el control de nuestros índices de contagio y la conducción atinada de la Covid-19? Lo conversamos con el estadístico Agustín Gómez y el epidemiólogo Juan José Romero.