Viendo el vaso medio lleno, podemos afirmar que nuestro Poder Judicial se somete voluntariamente a una profunda evaluación independiente en el Informe Estado de la Justicia, algo único en América Latina y, por tanto, excepcional, porque permite exponer objetivamente sus falencias, vulnerabilidades y áreas opacas de gestión, justamente para pugnar por las reformas que requiere.
Viendo el vaso medio vacío, es decir, en los resultados de la última auscultación, tenemos una valoración popular negativa sobre los tiempos de los procesos judiciales, una desconfianza ciudadana creciente, tensiones internas, una perniciosa y asentada concentración de poder en la cúpula, la “judicialización” de la política y la falta de reformas profundas después del remezón del 2017 con el “cementazo”, entre otros factores.
Son diversos y complicados los desafíos de este pilar de nuestro sistema democrático, todos condicionados por el contexto político que no resulta halagüeño, como lo dijo hace pocos días el magistrado Fernando Cruz Castro al anunciar que dejará la presidencia de la Corte.
El momento exige la evaluación, el análisis y los señalamientos constructivos, tal como lo hace el Cuarto Informe Estado de la Justicia presentado este miércoles. Con su coordinadora, Evelyn Villarreal, nos acercamos a esas conclusiones.