Los resultados de las encuestas recientes pueden envalentonar a unos, tumbar la moral de otros, liberar del peso de un voto no deseado a los escépticos o quizás movilizar a otros para tratar de revertir, porque 'quién quita un quite'.
El voto o abstención implica una decisión más o menos consciente, más o menos racional, pero cada vez es más difícil medir en la globalidad de preferencias electorales. Siguen siendo las encuestas instrumentos válidos, pero es claro que el terreno de apatías y 'deslealtades' complican más esas mediciones.
Las encuestas, la publicación periodística de estas, la difusión por redes sociales o las interpretaciones que den a ellas son de considerar, pero no podemos obviar que reflejan también los tiempos de incertidumbre e incluso de desinformación, otro tema de tendencia mundial que no puede faltar en el seguimiento a la campaña electoral nuestra.
¿Está echada la suerte figuerista por su desventaja sustantiva en encuestas de toda procedencia, al faltar dos semanas para el 3 de abril? ¿Pueden los seguidores chavistas desdeñar ese único estudio que coloca ambas candidaturas en empate técnico? ¿Será el triunfo de los abstencionistas? Nos acercamos a esas interrogantes con Eduardo Ulibarri, periodista analista e investigador de las nuevas formas de desinformación que también nos tocan.