El sitio de guerra es uno. Pero los escenarios de los intereses políticos, diplomáticos y económicos son varios. Algunos, francamente, inusitados. O acaso, ¿alguien habría podido advertir hace tan solo un par de semanas atrás que Estados Unidos le tocaría la puerta a Venezuela en busca de su petróleo?
El inédito capítulo de la diplomacia es harto conocido: funcionarios estadounidenses se reunieron en Caracas sorpresivamente con Nicolás Maduro, quien apareció luego encantado con el cónclave para buscar el deshielo de las relaciones. El mismo mandatario que ha repetido centenares de veces las mismas consignas contra el imperialismo, por el que los norteamericanos pusieron precio a su cabeza de 15 millones de dólares; de pronto en acercamientos para buscar petróleo de sustitución del oro negro ruso.
A la reacción estupefacta de la oposición venezolana, le siguió la inmediata respuesta de Colombia, un archi aliado de Estados Unidos que llegó a Washington para ofrecer su petróleo. En mejores condiciones y mayores cantidades. Aseguraron.
La cuestión es que así se mueven las fichas y unas se van sumando a otras, en este complejo entramado geopolítico. Por supuesto, hay algunas piezas que son más importantes o más valiosas o determinantes que otras.
Así observamos expectantes el papel del gigante asiático. Así seguimos el reposicionamiento de Estados Unidos ante el conflicto, mientras el Presidente Biden se juega las elecciones de medio período en el Congreso. Así seguimos el papel de la Unión Europea, la más sensible y vulnerable a los acontecimientos que puedan derivarse del conflicto ucraniano. Con el politólogo Constantino Urcuyo Fournier conversamos acerca de este tablero.