Fallas de audio de origen de la transmisión.
La corta distancia lineal que hay entre Cartago y Heredia, 26 kilómetros, es la misma que hay entre los últimos bombardeos dominicales de Rusia en Ucrania y la frontera con Polonia, país que sí es miembro de la OTAN y que, de recibir ataques, podría implicar la entrada directa de Estados Unidos en el enfrentamiento armado y el inicio de una pesadilla aún mayor.
La mención a una "tercera guerra mundial" da escalofríos porque la hizo el propio comandante en jefe del mayor ejército del mundo, Joseph Biden, cuando habló el viernes sobre el escenario posible en caso de que las fuerzas armadas de Putin ataquen suelo cubierto por la alianza occidental OTAN.
Dos días después se registraban 35 muertos en una base militar donde había extranjeros, según reportes militares ucranianos tras la ofensiva rusa más cercana a suelo polaco, en el endurecimiento del pulso de Putin con Occidente tras la cadena de duras sanciones económicas que ya padece el pueblo ruso.
Con Europa amenazada y Estados Unidos tan nervioso como comprometido y polarizante, las miradas geopolíticas miran lo que pueda hacer China. Los más optimistas plantean que el tácito apoyo inicial a la invasión rusa podría verse objetado ahora por el pragmatismo, si no frialdad, que caracteriza a Pekín. La guerra es un suculento negocio de muchos poderosos, pero también la ruina de otros, éticas aparte.
"Lo peor está por llegar", decía al comenzar marzo el presidente de Francia, el otro miembro del Consejo de Seguridad que se queda corto ante los fuegos y las tragedias de la guerra. Londres no quiere ni mencionar acciones armadas de la OTAN, aunque advierte que Putin está decidido a destruir Ucrania y sabe que un paso más lo colocaría en Polonia.
Son tiempos para el ajedrez geopolítico y los poderes mundiales, los viejos y los nuevos, aunque cada gobernante se juega lo suyo también dentro de sus propias fronteras, sobre todo por la innegable estela de perjuicios económicos. Y entonces la pregunta que palpita: ¿quién y cómo frenar a Putin por las vías no armadas? ¿Tiene razón Bruselas en mirar con esperanza a China como intermediaria? El analista internacional Carlos Murillo nos acompaña para el análisis.