Las luchas por una sociedad más equitativa en el acceso a las oportunidades han dado muchos buenos frutos. Pero aún quedan brechas que acortar.
Un país como el nuestro -que dichosamente sigue siendo una democracia ejemplar (cuarto lugar del mundo como democracia liberal según el índice V-Dem Institute de la Universidad de Gothenburg)- puede levantar la bandera del camino hacia la paridad política, pero aún debe librar luchas por los temas del desempleo, la feminización de la pobreza, y las cargas desmesuradas de trabajo no remunerado en las tareas de cuido y trabajo doméstico; para mencionar solo algunas tareas donde debemos reforzar las políticas públicas.
No muy lejos de esos empeños, tenemos que superar además los patrones culturales que marcan, por ejemplo, el odio en los entornos de violencia en el hogar, en el trabajo y hasta en las redes sociales.
Nuestros esfuerzos por supuesto son determinantes porque son los nuestros; aunque cuando comparamos la dramática situación de las presas políticas en Nicaragua, o el drama de las mujeres migrantes con sus hijos por el cambio climático, la guerra en Ucrania, o la falta de oportunidades en el triángulo norte de Centro América o en Haití, comprendemos que el mundo debe hacer más por los derechos inalienables que les asisten.
Con la expresidenta Laura Chinchilla Miranda conmemoramos en Hablando Claro el Día Internacional de la Mujer.