Una contundente y categórica condena a la invasión en Ucrania votaron 141 miembros de Naciones Unidas este miércoles. Rusia está prácticamente sola, pero no únicamente porque los únicos cuatro países que la acompañaron en el voto contra la condenatoria fueron Siria, Bielorrusia, Corea del Norte y Eritrea, sino porque los 35 abstencionistas incluyeron, entre otros nada más y nada menos que a China. Aunque como era de esperarse también lo hicieran Nicaragua, El Salvador, Bolivia y Cuba. Mientras tanto, su incondicional aliado Venezuela, ni siquiera se presentó en la sesión. Tal vez por lo complejo que le resultaría apoyar con su voto una invasión en el territorio libre y soberano de Ucrania y no poder seguir sosteniendo mañana su perenne discurso sobre la supuesta invasión estadounidense que Maduro siempre ha temido.
Lo cierto es que la resolución aplaudida de pie en el pleno de la Asamblea General de Naciones Unidas, aunque simbólica, fue la respuesta al veto interpuesto por Rusia a una condena similar que se pretendió en el seno del Consejo de Seguridad del organismo. El Secretario General pidió entonces que sean silenciadas las armas, pero evidentemente ello no sucedería.
Al acercarse la primera semana de ataques, el avance de las tropas rusas sobre Ucrania es implacable. En la última jornada bélica los rusos asaltaron por vía aérea la ciudad de Járkiv, estrecharon el cerco sobre Kiev y tomaron la ciudad de Jersón. Los ucranianos resisten mientras más de 800 mil ya abandonaron sus hogares, la mayoría saliendo por Polonia, en un éxodo de interminables historias de dolor. Ucrania estima en 2.000 sus víctimas civiles, pero además afirma que han acabado con la vida de 6.000 soldados rusos, aunque Moscú dijo que eran “solo” 498. Independientemente de la cifra, el presidente Volodimir Zelenski se dirigió a las madres de los milicianos rusos para pedir a los vecinos que presionen por el fin de la guerra.
El combativo mandatario, hoy estadista de su pueblo y de la comunidad internacional, no solo demandó en las últimas horas el ingreso de su país a la Unión Europea en una sesión del Parlamento Comunitario que recogió lágrimas y vítores para Ucrania, sino que pidió expresamente al Papa Francisco la protección para la Catedral de Santa Sofía, un monumento patrimonio cultural de la humanidad que está como toda la nación a expensas de misiles y asaltos 24/7 desde que empezó la guerra al amanecer del jueves 24 de febrero.
En Hablando Claro continuamos con el seguimiento del drama en Ucrania y lo hacemos en esta ocasión con la especialista en relaciones internacionales, Cristina Eguizabal.