Recordamos al presidente saliente en 2010, Óscar Arias, diciendo que dejaba "la mesa servida" a su sucesora Laura Chinchilla, a quien en 2014 Luis Guillermo Solís acusó de dejarle "la finca encharralada", antes de que llegara Carlos Alvarado a un terreno que parecía más que eso, hipotecado.
Ahora el mandatario afirma que deja "la casa ordenada", refiriéndose a las cifras fiscales que recibirá el nuevo gobernante el 8 de mayo, después del tortuoso camino que implican dos intentos de reforma fiscal en una misma administración y sin fuerza política propia.
Alvarado habla del menor gasto público relativo en 12 años (1,33 % del PIB), excluyendo los intereses de la deuda equivalente a 64 % del PIB. Habla también de un superávit primario de 0,1 % del PIB, el mejor resultado en 14 años, gracias en buena medida a una regla fiscal que sigue causando sudor y lágrimas en las instituciones que no lograron excluirse. Y habla también de un crecimiento de 7,6 % de la economía en 2022, por encima de lo necesario para recuperar la contracción del 2020 pandémico, según el presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, que proyecta a su vez un 3,9 % en este incipiente 2022, con la esperanza de que impacte en la reducción del 14 % de desempleo.
El problema es que el camino está lleno de nubarrones que vienen de otras partes del mundo en forma de tendencias económicas o pandémicas (que lo diga nuestra golpeada industria turística), pero también de la incierta realidad político electoral, y de cómo esta incide en cumplir un acuerdo con el FMI presentado como salvavidas financiero.
Escuchamos entonces en Hablando Claro a una voz autorizada y conocedora de los mercados financieros, la de Rodrigo Cubero Brealey, a menos de tres meses de dejar su silla en el Banco Central.