Por el momento, la anunciada inminente (posible) guerra entre Rusia y Estados Unidos por el eje ucraniano, es una batalla de nervios y expectativas. El problema es que no hay certeza que las vías diplomáticas logren apagar los enconados ánimos.
En estos días varios gobiernos han sacado a sus conciudadanos del territorio sobre el que se posan las miradas de la política internacional con más énfasis que en cualquiera otro de los muchos sensibles de la confrontación multipolar. El de Ucrania es un conflicto añejo, de múltiples aristas.
¿Qué desató las correas de esta guerra de amenazas y advertencias? ¿Por qué el gobierno de Kiev insiste en que todo está bajo control y los ucranianos deben seguir viviendo en calma su cotidianeidad? ¿Por qué Alemania avala esa línea discursiva? ¿Y por qué Estados Unidos insiste en los peligros que la política rusa significa para las decisiones soberanas de Ucrania, hablando en el mismo lenguaje de Inglaterra? ¿Qué papel juega la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la antesala de este conflicto político, diplomático, militar?
En el último capítulo de la escalada de tensiones, tanto Estados Unidos como la OTAN rechazaron las exigencias de Vladimir Putin para que se frenen las acciones militares de los aliados occidentales en el flanco oriental europeo, en tanto se siguen sumando más tropas a los 130 mil soldados rusos desplegados en la frontera con Ucrania.
Las últimas semanas la tensión ha ido “in crescendo” y aunque la política internacional claramente no es un tema del que se ocupe la campaña electoral costarricense, en Hablando Claro hacemos una pausa en estos ajetreados días de encuestas, debates y entrevistas para tratar de entender lo que sucede en y alrededor de Ucrania. Con el especialista en relaciones internacionales Carlos Murillo Zamora conversamos en Hablando Claro.