Más allá de los fuegos artificiales de los enfrentamientos reales o imaginarios, los memes y los anuncios con o sin contenidos, la campaña electoral pasará, dejará un ganador (más tarde que temprano) y quien sea electo Presidente/a de la República tendrá que tomar el toro por los cuernos para seguir gestionando la cosa pública en el país con un panorama poco halagador en la economía mundial para este y el próximo año. Esta es toda la realidad.
De acuerdo con las Perspectivas Económicas del Banco Mundial, América Latina y el Caribe apenas crecerán 2,7 % este año y 2,6 % en el 2023.
Por su parte, CEPAL, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, proyecta que la región desacelerará su ritmo de crecimiento este año a 2,1 %, aunque ese promedio refleja alta heterogeneidad porque el Caribe crecería hasta 6,1 %, Centroamérica podría crecer alrededor de 4,5 % mientras América del Sur llevará la peor parte con 1,4%.
Tanto el Banco Mundial como la CEPAL coinciden en las razones de la ralentización. La pandemia y los efectos inmediatos de nuevas variantes, presiones inflacionarias, menor espacio fiscal, lenta recuperación del empleo o aumento incluso en el desempleo, decisiones complejas en materia de gasto público, política monetaria, aumento de las distintas desigualdades (de ingresos, de acceso a la salud, la educación, género y otras)
En el caso de Costa Rica, el Banco Mundial proyecta crecimiento de 5 % este año y 3,5 % el próximo. CEPAL nos sitúa en 5,5 % y 3,7 % y nuestro Banco Central coincide en el 2022 con un 5,4 % aunque en el 2023, esperaría una mejoría del 4.5 %
¿Cuáles son entonces las realidades con las que se enfrentará el próximo equipo de gobierno? ¿Podrían darse el lujo de negociar un nuevo acuerdo con el FMI, como varios candidatos ofrecen? Conversamos, con los pies puestos en el suelo, con los economistas José Luis Arce y Fernando Rodríguez.