Dícese que no hay nada peor para un partido político que caer en la irrelevancia o quedar aplastado por una dinámica de discusión electoral que le resulte completamente ajena, esa que ni fu ni fa.
En ese afán de ganar notoriedad van las frases altisonantes y las propuestas grandiosas (aunque difusas o ilusas), pero también posiciones que intenten enganchar a una parte del electorado, aunque ello signifique alejarse de supuestos principios de la agrupación o desmarcarse de posiciones que se expresaron tiempo atrás.
Un buen ejemplo, aunque no único, es la propuesta pro armas contenida en el programa de gobierno del Partido Liberación Nacional (PLN), que no ha caído bien ni siquiera en sectores internos, cuyos señalamientos ya no se quedan para discusión intra muros.
Aunque se supone aventajado, el PLN no escapa a la corriente de los discursos erráticos, si entendemos como propuesta electoral correcta aquella que sea oportuna ante los mayores problemas del país, responsable en el argumento y la justificación, y coherente con los valores ya instalados en nuestro país y con los de la divisa política, máxime si es una agrupación tradicional.
Corresponde leer con cuidado los planes de gobierno, los contenidos de las redes sociales, las respuestas a las entrevistas, la escasa propaganda que produzcan y todos aquellos mensajes que, en la teoría, podrían definir lo que ocurra el 6 de febrero. A este terreno de discusión acudimos en nuestro Hablando Claro con el politólogo y ex ministro liberacionista Roberto Gallardo.