La velocidad a la que están muriendo pacientes con COVID-19 en Costa Rica hace muy probable que al menos una vida más se haya apagado durante la hora de nuestro programa de este lunes.
Son más de 6.000 los fallecimientos registrados al incluirse los datos el último fin de semana, mientras cientos de trabajadores de la Caja del Seguro Social esperaban a personas que quisieran vacunarse, y muchos otros salieron a buscarlos puerta por puerta, en ferias del agricultor, en paradas de buses, en canchas de futbol...
En los hospitales, más de 1.300 personas internadas y casi 500 en las salas de pacientes críticos, dos registros que llevan irreductibles por varias semanas y que se manifiestan en la cifra más dolorosa: la del luto por enfermos que sucumbieron ante el coronavirus o incluso por otras patologías donde la atención médica compite con la que requieren los pacientes con COVID.
Porque son dos los elementos particulares del momento de la pandemia en los hospitales: el cansancio que crece y crece en el personal sanitario y el aumento de otros padecimientos que también resultan críticos. Por ejemplo, la reducción de accidentes de tránsito registrada en 2020 ya no es tal.
Porque en la calle también hay un momento particular de la pandemia: la circulación veloz del virus, la población vacunada a medias y la actitud colectiva de recuperar muchas de las actividades de antes de marzo del 2020 porque sentimos que ya es demasiado.
Volvemos entonces a asomarnos por una de las ventanas de la pandemia. Lo hacemos con la presencia del doctor Roy Wong, epidemiólogo y miembro de la sala de situación de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), al tanto de la disponibilidad de recursos, de las curvas y las proyecciones de COVID-19 y otras enfermedades que pesan.