Fotografía: Alejandro Gamboa // La Nación.
Si algo hemos de aquilatar en nuestros 200 años de Independencia es el incuantificable valor de contar con una Carta Fundamental que con sus reformas y modificaciones a lo largo de las décadas ha logrado salvaguardar los derechos y garantías individuales y sociales que nos hicieron verdaderamente libres como costarricenses.
Próximos a cumplir el primero de diciembre el Bicentenario de la promulgación del primer Pacto Social Fundamental Interino de Costa Rica, también conocido como Pacto de Concordia, merece la pena rememorar que ese acuerdo de estabilidad política que procuró evitar las divergencias en aquellos días inciertos de la separación de la Madre Patria, estableció el respeto a la libertad civil, la propiedad y los demás derechos naturales y legítimos. Aunque el pacto solo estuvo vigente dos años hasta 1823 y luego vendrían muchos cambios para establecer la República y avanzar en pequeños logros en el lejano territorio que éramos entonces, esa primera Constitución tuvo un peso inmenso en la forja de nuestra convivencia.
La historia de cada pueblo está teñida de muchos claroscuros y en nuestro caso pasamos por supuesto hasta por la instauración de la pena de muerte que por ventura duró pocos años porque se promulgó en la Constitución de 1871 y se derogó en 1877, lo que nos convirtió en la tercera nación del planeta en abolirla.
Por supuesto, vendría luego la Constitución del 49 a darnos un giro de tuerca en la Segunda República, aunque algunas normas no cambiarían mayor cosa desde el Pacto de Concordia y aún hasta los días en que celebramos esta fiesta tricolor; por ejemplo aquella que estableció la religión católica, apostólica y romana como la única y verdadera con exclusión de cualquier otra.
¿Hasta dónde ha evolucionado nuestro régimen de garantías constitucionales? ¿Cuáles reformas deberíamos considerar para potenciar nuestro camino al tricentenario? Una conversación edificante sobre estos temas con el ex magistrado constitucional, exdiputado y actual columnista formador de opinión, don Carlos Arguedas.