Cerramos este jueves con una noticia que tardó meses en cuajar: la Junta Directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social decidió por mayoría eliminar la posibilidad de pensionarse de manera anticipada (a la que se acoge la mayoría de las jubilaciones actuales) y hará que se cumpla el mínimo de edad de 65 años para hombres y atenuado a 63 para mujeres, a partir de finales del año 2023 o principios del 2024.
Esa edad mínima de 65 años era la que se habían fijado en la ley en 1947, cuando la expectativa de vida era mucho más baja, cuando la tasa de natalidad era mucho mayor y cuando los adultos mayores eran mucho menos proporcionalmente. En sencillo, cuando la sostenibilidad del sistema de pensiones estaba muy lejos de ser un problema como lo es ahora, incluso a pesar de la reforma anunciada este jueves que extiende desde el 2037 al 2050 la suficiencia del régimen, según la CCSS.
Tardó mucho por la falta de integración de la directiva de la CCSS, pero sobre todo porque no luce como una buena noticia para los trabajadores actuales de edad avanzada, aunque sí lo sea para adultos de edades medias que verían en peligro el acceso a su jubilación prevista si no se hacen reformas, advierten los expertos.
Esto, sin embargo, es solo un paso pequeño y al mismo tiempo un indicador de cuánta complejidad entrañan estos cambios. El sistema de pensiones de la CCSS, el IVM, necesitará reformas adicionales si queremos pensar en la solvencia para los adultos jóvenes, aunque esto también pasa por la formalidad del empleo y la generación de este.
Los detalles los exponemos y comentamos con Román Macaya, presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social.