Si se mira con lente desapasionado, la declaratoria del territorio nacional como libre de exploración y explotación de petróleo y gas natural que está en veremos como proyecto de ley en la Asamblea Legislativa, es solo la consolidación de una ruta país en una dirección ya trazada como política de estado, particularmente si consideramos que tenemos vigente un decreto de moratoria hasta el año 2050.
En las últimas décadas nuestro modelo de desarrollo se ha basado en la explotación de las bellezas naturales del país, bellezas que no concuerdan con pozos petroleros o de gas. El ecoturismo, el turismo de aventuras, el turismo familiar y de descanso, o como quiera que le llamemos, está muy bien posicionado. Se nos reconoce como un destino natural, sin ingredientes artificiales como rezaba nuestra primera marca o esencial, como dicta la actual. En ese sentido, lo que hemos hecho es ni más ni menos que explotar nuestras “minas verdes”.
No obstante, elevar la moratoria a ley de la República ha tropezado en el Congreso con dos escollos. Por un lado, el texto tiene un artículo que da potestades de investigación de energías alternativas a RECOPE, que debe ser eliminado. En ello no pareciera haber problema porque nadie acepta darle más recursos o nuevas prerrogativas a la refinadora (que no refina). El otro obstáculo es que hay sectores económicos y de profesionales que quisieran dejar la puerta abierta al menos a la exploración de gas natural. Y tratándose de un asunto de fondo ello sí pone la iniciativa cuesta arriba; aun cuando pareciera haber suficientes votos para aprobar una ley que nos daría una mayor proyección positiva internacional.
La ex secretaria de la Convención Marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, Christiana Figueres Olsen, es una voz entusiasta a favor de la aprobación del proyecto, cuyo destino procedimental inmediato intentarán fijar los jefes de fracción este lunes en la Asamblea Legislativa.
Desde su autoproclamada convicción no partidista la señora Figueres, asegura que este proyecto de ley no solo convertiría al país en un verdadero ícono mundial, sino que además protegeríamos al fisco de una muy mala inversión en tecnologías que van de caída y están llegando a su vencimiento global.
Y este es el punto central: que la extracción y la eventual explotación de petróleo y gas tardaría tantos años en materializarse que cuando fuera posible realizarla ya no tendría sentido, dado que estamos asistiendo al declive de los hidrocarburos como negocio y como fuente de energía. Por lo demás, en el caso concreto del gas los yacimientos estadounidenses son tan bastos y su explotación tan barata, que sería un muy mal negocio intentarlo. Con doña Christiana Figueres tendremos una conversación de 30 minutos en HablandoClaro de la semana.