Afirmar -como evidencian groseramente los hechos- que la revolución del 19 de julio fue traicionada, solo ofrece una visión parcial de la magnitud del asalto a los sueños e ilusiones de progreso, desarrollo y libertad que la inmensa mayoría de los nicaragüenses han sufrido y seguirán sufriendo; a juzgar por la incuestionable determinación de Ortega-Murillo de robarse las elecciones de noviembre a cualquier precio. Incluyendo su derruida legitimidad y reconocimiento internacional.
“Las elecciones, advierte el periodista Carlos Fernando Chamorro, nacieron muertas desde que el régimen endureció el Estado policial que impide la libertad de reunión y movilización, aprobó cuatro leyes inhibitorias contra sus contendientes y secuestró a seis precandidatos presidenciales (incluyendo a su hermana Cristiana y su primo Juan Sebastián Chamorro) para eliminar la competencia política”.
De modo que lo que un día llenó de júbilo y esperanza a Nicaragua por la caída de la bota dictatorial de la dinastía de los Somoza a manos del Ejército Popular Sandinista el 19 de julio de 1979, hoy es un amargo recuerdo que no hace sino preguntarse a muchos de los hermanos del norte, cuál especie de signo macabro del destino ha sellado la impronta de una sociedad que no logra concretar sus ansias de libertad y democracia más que por capítulos interrumpidos de su existencia.
Y aquí está parada esa nación en este momento. Con una pareja presidencial que no tiene pudor para reprimir a sus conciudadanos a ojos vista de la comunidad internacional, que no le importa a qué costo conculca el proceso electoral con tal de quedarse un período más al frente del mando férreo del ejercicio arbitrario del poder.
Con más pobreza, con más represión, con pocas oportunidades de reencontrarse en un lapso cercano con el camino de las libertades para intentar mejorar sus condiciones de vida. Así nos encontramos en la reflexión de la revolución traicionada 42 años después.
Nuestro Hablando Claro lo hacemos con el periodista Carlos Fernando Chamorro Barrios. Hoy un referente de la libertad de prensa, como ayer lo fue su padre, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, uno de los grandes periodistas históricos de nuestra América Latina.