Haití, un país con la mitad del territorio costarricense y con más de 11.2 millones de habitantes, ubicado en el mar Caribe, es una bomba de tiempo siempre a punto de estallar.
Su dramática historia, sus desoladas tierras, su profunda corrupción, su completa anarquía y su inestabilidad social y política, son la expresión y al mismo tiempo la explicación del porqué en Haití todo pasa y nada cambia.
Volver la mirada a Haití ocurre cuando un terremoto o un ciclón la devastan (aún más), o cuando (como ocurrió el pasado 7 de julio) el Presidente del país es asesinado en su propia cama, por un comando mercenario contratado para terminar a sangre y fuego lo que el sistema no resuelve.
De Haití no sabemos casi nada; excepto probablemente cuando arqueamos una ceja para ver de reojo un migrante pasando por el país desde Panamá en ruta hacia los Estados Unidos, y nos los encontramos ahí mismo, en la ruta que transitamos y particularmente en los poblados fronterizos de Paso Canoas o Peñas Blancas. Así ocurrió especialmente en 2016, cuando en la denominada crisis de migrantes africanos, muchísimos de ellos eran en realidad haitianos. Huyen del hambre, de la falta de oportunidades, de la violencia. De las vidas sin futuro.
Haití y su historia. Una mirada obligada al cierre de semana. Hacemos nuestro Hablando Claro con el politólogo y economista experto en asuntos de América Latina y apasionado de los temas de Haití, Jospeh Harold Pierre.