Si hay un costo impagable asociado a la corrupción, es el costo en credibilidad democrática. Por supuesto está el altísimo precio de las deficiencias y los subterfugios que lastran el desarrollo. Ese se puede cuantificar, claro.
Establece cuánto a partir de marrullerías, sobreprecios, materiales deficientes y coimas (rubro que corre en las contabilidades paralelas) se afecta el desarrollo de los países succionados por el deleznable hábito humano de hacer plata fácil. Muy particularmente, aunque no de manera exclusiva, en nuestra América Latina.
En palabras del sociólogo Jorge Vargas Cullel es la expresión del destape vista en “el desenfado y la pachucada de las citas de parqueo, los gallos de salchichón y los diputados correveidiles de narcos”.
¿Cómo contener la gangrena? Al menos en la expresión del reciente caso cochinilla, el también director del Estado de la Nación plantea la necesidad de refundar el Consejo Nacional de Vialidad, CONAVI. No se trata para nada de una reorganización, ni de permutar funcionarios de aquí para allá, sino de cerrarlo. Así de contundente.
Una nueva entidad ojalá -propone- estructurada a partir de un concurso público internacional que diseñe una moderna entidad de infraestructuras públicas con una nueva conducción gerencial sin la actual directiva “endogámica y corporativista” que mezcla intereses de los representantes gubernamentales del MOPT con las cámaras empresariales y municipalidades.
Pensamos de inmediato, ¿cuántas entidades deberíamos refundar antes que el estado se nos caiga encima? No se trata de hiperbolizar. Solo de ser realistas. A grandes males, grandes remedios. Y eso sin hablar del narco metido en los poderes públicos formales… Reflexiones con Jorge Vargas Cullel en Hablando Claro.