Parece mucho más, pero esta semana se cumplen solo seis meses desde que la primera persona en el mundo recibió la vacuna contra COVID-19. Ocurrió en Londres, un par de semanas antes de que nuestra Seguridad Social vacunara también a la primera costarricense. La primera dosis de casi 2.5 millones que se han aplicado en el país.
Deseamos que esa vacunación se acelere en las naciones de menores recursos, incluido el nuestro, aunque eso depende de factores de mercado que han resultado inevitables, por más iniciativas solidarias que se hayan propuesto. El mecanismo COVAX de la OMS, por ejemplo, ha sido decepcionante, incluso para nuestras autoridades sanitarias.
Van llegan poco a poco las de marca Pfizer y el contrato con AstraZeneca ha tenido atrasos, pero avanza. Los mecanismos expeditos para acceder a las vacunas no bastan por sí solos y el virus pandémico sabe cómo quedarse.
Persiste el apremio por abastecerse de vacunas, así como de productos médicos para atender a los enfermos de COVID-19, porque sigue vigente la declaración de emergencia de marzo del 2020.
Esta emergencia se cruza con otras a las que estamos más acostumbrados relacionadas con eventos naturales, aunque la variabilidad climática han cambiado también las amenazas y eso también hay que preverlo, prevenirlo y atenderlo. Todos, en primera persona y en colectivo.
La responsabilidad formal recae, sin embargo, en Alexander Solís presidente de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), quien nos acompaña en Hablando Claro para tomarle el pulso de los procesos y las alertas que se imponen también.