Las réplicas del terremoto de una red de corrupción de infraestructura vial que conocimos al inicio de esta semana, pero que está antecedida por una investigación sin precedentes que inicio en el 2018, aún nos mantienen en estado de atención.
Bueno es respirar, y además de la justificada indignación que un hecho como este ocasiona, entender que al abrir las ventanas y ventilar una podredumbre asentada en el mundo de los negocios de la obra pública, aunque se resiente (aún más) la confianza ciudadana, también se fortalece la institucionalidad. Sí, porque asistimos a la constatación de que una investigación de enorme calado dio como resultado un golpe a un ejercicio retorcido de corrupción que muchos creíamos que era imposible de derribar.
En la propia experiencia de Hablando Claro, denunciar la corrupción es un ejercicio cuesta arriba. Por ello fuimos demandados (a mucha honra) en el año 2014 por los inexistentes delitos de difamación y calumnias por uno de esos corruptos que hoy está tras las rejas.
Recuerdo que en el juicio (no es un mal chiste) la esposa del ingeniero demandante dijo que por culpa de nuestra denuncia documentada y con testimonio, su esposo sufría ataques de angustia y mucha depresión. Y eso que cuando el juicio se llevaba a cabo ya el MOPT había intentado sin éxito destituirlo DOS veces del puesto. Y ese es uno de los problemas centrales: intentar quitar a un funcionario corrupto de un puesto es (o era, espero) misión imposible.
Hace casualmente seis años, el 28 de junio del 2015, ganamos el juicio de manera contundente. ¡El sujeto no obtuvo los 150 mil dólares que pretendía que le pagáramos! Pero sí logro que otro tribunal obligara al MOPT a reinstalarlo en el puesto, con lo que volvió a la silla y enterado de que no podría sostenerse más en el sucio negocio que tenía en la Gerencia de Contratación de Vías y Puentes del Consejo Nacional de Vialidad, se acogió a la jubilación como si nada… Una tremenda decepción.
Como vemos, aristas hay muchas. Una es la de la entronización de funcionarios mediocres o corruptos en sus puestos. Otra, es la inutilidad que entraña la politiquería que se carcome todo cuando estos casos afloran y en lugar de buscar los correctivos sensatos y racionales entramos en la cacería de las brujas. En Hablando Claro observamos estos vectores con el politólogo Roberto Gallardo, además ex ministro de Planificación y ex ministro de Comunicación.