La nueva ola represiva de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua nos trajo noticias dolorosas y preocupantes, pero a la vez previsibles si recordamos todo lo que ha hecho la pareja presidencial con tal de mantenerse en el poder.
Más líderes de la oposición cayeron en las cárceles como sospechosos de delitos en los que nadie se cree, pero que al aparato judicial cooptado por la pareja presidencial le sirven para limpiar el camino a la pantomima electoral de noviembre.
Entre esos rostros perseguidos está la mítica excomandante Dora María Téllez, compañera de Ortega en los años 70 y 80 y luego una de sus mayores críticas, como voz de la conciencia del sandinismo que ahora es solo una careta para la ambición de la familia al mando.
“Eliminar toda candidatura, toda oposición, es el objetivo de una dictadura en agonía”. Por eso recurre a la represión masiva. “Nada le ha funcionado. Nada le funcionará”, escribió ella en Twitter el 8 de junio, en la mitad de una semana que acabó con la detención de una decena de opositores, incluidos cuatro aspirantes presidenciales.
Es este un recordatorio de que Ortega y Murillo están dispuestos a cualquier cosa, como lo saben decenas de miles de nicaragüenses que en el estallido social del 2018 cruzaron hacia nuestro país pensando que podrían regresar en unas pocas semanas.
La comunidad internacional ve el descalabro de la democracia y la radicalización del autoritarismo en Nicaragua, pero queda por verse qué herramientas permitirían ir más allá de las declaraciones diplomáticas de condena.
La socióloga Elvira Cuadra y la politóloga Edipcia Dubón son dos integrantes del activismo que tuvo que instalarse en Costa Rica. Con ellas conversamos en Hablando Claro para poner en contexto las noticias de los últimos días desde Managua.