Semana para olvidar en el Congreso… Primero fue la exhibición de incorrecciones a propósito de la segunda convocatoria al ministro Salas (la primera se frustró porque faltaron 22 y no hubo quórum). El caso es que en la comparecencia hubo, más que desconocimiento y pifias, evidentes muestras de mala educación para interpelar. “Vergüenza ajena” fue la frase más replicada en las horas posteriores.
No se había enfriado el caldo cuando apareció la “hipótesis” (ardid, embuste) de que el contrato suscrito entre Pfizer y el Gobierno de Costa Rica “algo tenía de irregular”, habida cuenta de las reglas internacionales de confidencialidad que la farmacéutica establece para regular sus ventas de vacunas. En un país de ombliguismos, un diputado se dejó decir que a lo mejor como un ex embajador y la hija de un expresidente trabajan en esa compañía (junto con otros setecientos costarricenses más) eso podría ocultar un ilícito.
La respuesta fue inmediata y contundente. “En Pfizer actuamos de manera íntegra en el manejo de nuestro negocio… Los acuerdos que hemos firmado con el gobierno de Costa Rica han seguido rigurosamente todos los procedimientos legales, regulatorios y éticos. Cualquier insinuación de lo contrario es irresponsable, injusta e injuriosa”.
Y como reacción los diputados hicieron lo que saben hacer. No hacer quórum en la comisión de Ingreso y Gasto Público donde tenían que formalizar este jueves la moción y esperar a la otra semana a que se aclaren los gases tóxicos del día. El proponente jefe de la bancada socialcristiana Pablo Abarca cambio la tesis inicial y dijo que ahora el llamado a los jerarcas de Pfizer sería para que explicaran ¡el calendario de entregas! ¡Se imaginan el desfile de farmacéuticas rindiendo cuentas a los Congresos del planeta!!!
En tanto, 11 diputados retiraron las firmas de la petición para lavarse la cara. El bochorno pues continuará porque el retiro de una parte de las 35 rúbricas no implica nada. O se retiran todas las firmas o se somete a votación la moción del bochorno. Veremos.
Mientras tanto, como era harto sabido, la jefe de seguridad del edificio legislativo afirmó lo que ya todos sabíamos: que son los mismos diputados los que permiten el acceso de los visitantes a sus despachos. Esto a propósito, de las recién reveladas pasarelas de sujetos ligados al narco en el Congreso; algo que sí debería tener muy ocupados a los legisladores en su control político.
Estos hechos, así como los debates televisivos de los precandidatos del PLN de cara a la convención del domingo, son los temas que abordamos con el politólogo Gustavo Araya Martínez.