A finales de julio, a Estados Unidos le sobrarán 300 millones de vacunas contra el SARS-CoV-2. El dato estimado por el Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad de Duke, llevó a sus especialistas a urgirle al gobierno del presidente Biden, compartir sus excedentes con los necesitados, que son casi todos los demás países del mundo, si consideramos que actualmente tres cuartas partes de los mil millones de vacunas que se han puesto, han correspondido tan solo a 10 naciones, que representan menos de la mitad de la población del planeta.
Peor aún, para abastecer la demanda mundial, se requieren 11 mil millones de vacunas y la capacidad de producción es limitada. Tanto que ahora mismo Pfizer y Astra Zeneca enfrentan serias dificultades para cumplir con sus fechas de entregas a la mismísima Unión Europea.
Las estimaciones de las autoridades sanitarias señalan que los países de ingresos medios (emergentes) tendrían que esperar hasta finales del 2021 o incluso el 2022 para tener un impacto significativo con la vacunación de sus nacionales en la cadena de transmisión del virus. Ni que decir de los países más pobres del orbe (Honduras, por ejemplo) que estarían logrando impactos hasta el 2023 o incluso el 2024.
En este contexto de oferta limitadísima y demanda sin tope, es fácil entender cuántos países y con qué buenas razones, están haciendo fila en Washington urgiendo una donación o incluso (caso de Costa Rica) hasta un préstamo de vacunas, mientras nos llegan semana a semana los cargamentos de biológicos de Pfizer, de Astra Zeneca o vía mecanismo Covax (que es el fondo de acceso global para las vacunas Covid-19).
¿Qué tan factible es lograr estar entre los primeros de la larga lista de solicitantes? ¿Qué nos haría distintos a otras muchas naciones que también piden el favor de la Casa Blanca si son tan buenos socios como nosotros? ¿Cuáles criterios podrían utilizar las autoridades de esa nación para -luego que de cumplir con la consigna de “América Primero”- absolutamente vigente hoy pudieran empezar a soltar sus millonarios excedentes?
Conversamos de todo esto en la capital estadounidense con los Doctores Jorge Benavides Rawson experto en la materia, y Fernando Llorca, embajador de Costa Rica ante esa nación.