Catorce meses después de la declaratoria de estado de emergencia en nuestro país se abren fisuras en el comando de atención de la pandemia de Covid-19. Por un lado el Gobierno con medidas que considera balanceadas entre los agobios de la salud y los de la economía; por el otro autoridades de la CCSS que recogen la angustia del personal sanitario inundado de trabajo con pacientes graves y muertes cada hora.
Las medidas para el resto de mayo no son del todo nuevas y dejan holgura a los negocios, la academia, la movilidad y el culto. Están permitidas por los distintos sectores y se acompañan con el consabido mensaje de responsabilidad individual que no necesariamente ha funcionado, a juzgar por la saturación de los hospitales.
Las voces desde los hospitales ya no se contienen para criticar las posiciones de Gobierno, acompañadas por un sector de la población que también considera necesarias medidas más fuertes. ¿Alerta roja? Aunque la frase suene fuerte, ciertamente no es un conjuro que espantará a la pandemia con solo pronunciarlo, aunque los detalles concretos siguen bajo análisis, dice la Comisión de Emergencias.
¿Qué es lo que sí aplaudimos casi todos? La provisión de más vacunas y la aceleración de la aplicación para cubrir pronto a los adultos de edad media que se están viendo más cerca de la muerte con COVID. El grupo 3, que ya ha empezado, pero que se podrá acelerar conforme lleguen más dosis, incluidas los dos millones adicionales que se anunciaron este lunes. Habremos de recibir 9 millones en este 2021 y deberían alcanzar para toda la población meta, incluida la posibilidad de terceras dosis.
Así, queriendo buscar esperanza entre noticias duras y conflictos, completamos esta semana un año y dos meses en estado de emergencia, pero faltan más sin duda. Nuestra epidemia continúa. Ahora mismo uno de cada 100 habitantes tiene el virus activo, más los enfermos (y transmisores) no diagnosticados. El tema lo traemos a nuestro Hablando Claro, con el presidente de la CNE, Alexánder Solís.