No es que las campañas electorales anteriores no estuvieran atravesadas por el factor de la incertidumbre. La tuvieron y mucha, pero los niveles de indefinición del actual proceso electoral encaminado al 2022 presenta elementos adicionales.
En el PLN se conocen las batallas internas; pero aún cuesta pronosticar quiénes serán los protagonistas de los duelos. El PUSC abre sus cartas sin un nombre dominante como lo parecía Piza cuatro años atrás. El partido oficialista tiene ahora cuatro años más de desgaste y cuadros políticos que parecen agotados para formar un tercer gobierno. El grupo de partidos evangélicos no se ve ya como un bloque en proceso de consolidación, sino como un sector encaminado a disgregarse. Y así podríamos seguir...
El espacio se abre para iniciativas electorales particulares llamativas, pero con el riesgo de quedarse en fase de experimentación. Una muy amplia mayoría de electores no adivinaría hoy mismo cuál será la papeleta, como tampoco saben dónde colocar su dinero algunos grupos determinantes para el financiamiento de los partidos.
Todo con un elemento crítico: cuatro años atrás no teníamos en cocción un tema que resultaría de vida o muerte para el gobierno entrante, como es ahora el ajuste fiscal alrededor del acuerdo con el FMI. Pero el proceso electoral avanza si o sí, con todo y pandemia, y conviene hacer un acercamiento a los movimientos, dentro de lo que permiten los nublados. A ello dedicamos nuestro Hablando Claro con la presencia del politólogo Gustavo Araya.