Podemos decir que la tormenta amaina, pero sabemos que aún falta bastante para estar a buen recaudo y fuera de peligro. Ha sido un largo año.
En la retrospectiva de estos doce meses, asistimos a muchos acontecimientos muchas primeras veces. Se rompieron nuestras pequeñas grandes certezas, aprendimos a no hacer planes, contuvimos la realización de sueños, enfrentamos pesadillas nunca imaginadas.
Desde aquel 6 de marzo, fecha de confirmación de nuestro primer caso positivo de Covid 19, pasando por el contagio impactante en el Hospital San Rafael de Alajuela; aquel 16 de marzo en que se nos detuvo el reloj cuando el Presidente anunciaba emergencia nacional con cierre de fronteras… Luego vino la suspensión -primero parcial y luego total- del curso lectivo, nuestro primer conciudadano fallecido, aquella Semana Santa de calles vacías y playas desiertas…
Pasamos por el trauma y la protesta airada de la suspensión de los preparativos del Día del Padre, aquellos eran días de sentarse con el plato frente a la conferencia de prensa, seguíamos las restricciones, los colores de los cantones y los distritos, la policía conteniendo fronteras, los camiones esperando paso para llevar y traer desde Nicaragua y desde Panamá sus mercancías, las fiestas clandestinas, los centros comerciales cerrados, los gritos al cielo por la supuesta falta de sensibilidad de las autoridades frente al zarpazo económico de la pandemia, la debacle del turismo, las fiestas clandestinas… y nuestras autoridades desbordadas, haciendo aquí, decidiendo allá…
Tampoco hubo peregrinación a la Negrita, menos celebración del día de la madre y en contra de lo que habíamos pensado en marzo, no pudimos festejar ni el cumpleaños de la Patria… Eran semanas de contagios, picos, contar camas disponibles. Y contar y llorar nuestros muertos.
Nos alegramos, sí, con nuestros avances científicos, con nuestras proezas del sistema médico sanitario, con la fortaleza de la asistencia social, con Proteger. Y por supuesto con el regalo del reciente 23 de diciembre cuando nos llegó el primer puñado de esperanzas envueltas en cadena de frío.
Hemos aprendido mucho y algún día, seguramente, podremos aquilatar mucho más, el coraje y la valentía que tuvimos como sociedad, así como la enorme fortaleza de nuestra institucionalidad democrática; esa que salió fortalecida, cuando la mayoría del mundo sufrió un brutal retroceso de libertades en este largo año de pandemia, como advierte el informe que liberó esta semana la organización internacional Freedom House. Con Daniel Salas, ministro de Salud, hacemos nuestro Hablando Claro. Una mirada en retrospectiva y dos miradas hacia el futuro.