En cualquiera otra coyuntura política de cualquier democracia que se precie de serlo, que tres expresidentes de la república de un mismo partido se reúnan para valorar, evaluar, sopesar, analizar o incluso pactar, no sería nada extraño. En nuestra circunstancia actual, es toda una novedad.
Hace años los exmandatarios Figueres Olsen, Arias Sánchez y Chinchilla Miranda se distanciaron al grado de volver casi irreconciliables sus posiciones. Pero es tal la deriva liberacionista y la imperiosa urgencia de enderezar la nave a 15 semanas de la convención partidaria para designar al nominado para las presidenciales de febrero, que ello los acercó.
Ciertamente la crisis de nuestros partidos políticos (todos) es preocupante. Una manifestación palpable es que los ciudadanos nos divorciamos de ellos. Hoy, de acuerdo con el último estudio de opiniones políticas de Borge y Asociados (enero-febrero 2021) prácticamente 6 de cada 10 electores no se identifican con ninguna agrupación (57.4 %) De los 4 restantes, Liberación se deja dos. Y los otros dos, se identifican con el PAC, el PUSC, los partidos confesionales y todos los demás pequeños del espectro.
Hipotéticamente si las elecciones fueran hoy, 32 % de los electores no sabrían por quién votar y un 15% no votaría del todo.
Por supuesto ante este panorama, la urgencia liberacionista es encontrar un candidato que no solo sea capaz de ganar las internas, sino que logre seducir afuera a los sin partido, que son los que decidirán.
Ese es (o debiera ser) un aliciente importante para amalgamarse si se toma en cuenta que el PAC está de capa caída. Presidente y Ejecutivo tienen índices bajísimos de opinión favorable. Solo 16 % creen que lo hace bien, en tanto 24 % lo califica de regular y 58 % de mala hacer. El gran tema de preocupación es el empleo y la situación económica y ya casi a nadie le parece que la pandemia sea un problema. De los hallazgos relevantes de la encuesta conversamos con Víctor Borge, de la consultora Borge y Asociados.