Hace apenas un año, proveedores, trabajadores y empresarios del sector turismo veían cifras extraordinarias en el arribo de visitantes a nuestro país. Hoy, el afán de muchos es la sobrevivencia.
El golpe sigue siendo durísimo para todos porque el turismo tiene la particularidad de abarcar casi toda la geografía nacional y todas las escalas sociales. Y por tanto, así de amplia es la incertidumbre que prima en el comienzo de este 2021, en momentos que se supone son de temporada alta.
La realidad indica que el turismo nacional responde, pero solo en parte porque la oferta se diseñó por años para el mercado externo y por supuesto los precios también. La queja más frecuente es que las tarifas siguen anhelando a los norteamericanos y europeos, aunque las condiciones pandémicas indican que pasarán años antes de que vuelvan a llegar en masa.
Cunden las historias de negocios que cerraron o se convirtieron en otra cosa; de trabajadores que llevan casi 10 meses con el contrato suspendido o en mínimos... O de cierto hotel que invitaba a turistas locales y les quería cobrar como si nada hubiera pasado en la economía.
Este desafío le ha correspondido en buena medida a Gustavo Segura, que tomó el cargo de ministro de Turismo cuando el desplome estaba consumado y que ahora trabaja para mantener al menos el mínimo posible de una de las actividades neurálgicas de la economía costarricense; tanto que aportaba más del 8% anual del PIB. Con el titular de Turismo conversamos en Hablando Claro.