Costa Rica negocia un posible acuerdo con el FMI para obtener $1.750 millones y un "sello de credibilidad" ante otros actores financieros internacionales, ya lo sabemos. El objetivo es encarrilar las finanzas que la pandemia terminó de descalabrar y eso también lo sabemos.
Lo que no sabemos bien es qué tipo de medidas financieras aceptará la misión del FMI, qué pasará después de firmado un acuerdo o, más incierto aún, qué pasará si el organismo rechaza la propuesta de las autoridades costarricenses después de haber apostado a ese camino al que no le faltan detractores.
No es fácil y las consideraciones políticas parecen que solo pueden complicarse. Los jefes de las bancadas legislativas también están en la agenda de la misión del FMI, que bien entiende el poder relativo que tiene la Asamblea Legislativa por encima del Ejecutivo, al que le corresponde proponer y negociar.
Es una negociación particular, distinta a las que se han hecho en el pasado, porque además las circunstancias son distintas, como ha advertido el expresidente del Banco Central Eduardo Lizano. Circunstancias políticas, sobre todo. Esas particularidades y consideraciones merecen un foco al cerrarse la semana en que comenzaron las conversaciones bilaterales. Hacemos esa tarea con el aporte del economista Luis Mesalles, que augura un paisaje gris para la economía nuestra en este 2021.