Llegamos a la semana de Navidad con el alma en vilo. Ya hay lista de espera para las camas de cuidados intensivos por COVID-19. Los espacios se saturaron el mismo fin de semana en que quizás más incumplimos las medidas de prevención de contagios, precisamente por al afán de rescatar algo de la festividad de esta época.
Los contagios han aumentado más en las últimas semanas, la enfermedad se manifiesta con más dureza y el virus se ha expandido ya por zonas rurales y costeras que hasta hace días parecían contenerlo. En el mundo, mientras tanto, se emite una nueva alerta internacional por la aparición de una nueva cepa del coronavirus en territorio británico y la suspensión de vuelos vuelve a ser la norma en Europa.
En Costa Rica las restricciones son casi nulas, la suerte descansa sobre la relativa responsabilidad individual y la CCSS nos da la noticia que hemos querido evadir: ya hay pacientes con COVID-19 en condiciones que requieren los servicios más especializados y no hay espacio. Esto hace prever que aumenten las muertes. Hay peligro de colapso, advierte el intensivista Marco Boza.
La epidemiología nos puede ayudar a dimensionar el momento en que confluyen COVID-19 y las conductas humanas, de por sí complejas en el cierre del año, alteradas por los días de comercio y festividad, si cabe la palabra. Para ello contamos con el aporte de Juan José Romero, coordinador de la Maestría en Epidemiología de la Universidad Nacional.