El mundo clama por las vacunas contra el SARS-CoV-2 y observa con una expectación probablemente nunca antes vivida, el complicado andamiaje de la producción y la distribución planetaria, esperando el turno mientras -inevitablemente- muchos conglomerados humanos (el más cercano a nosotros Panamá) aplican confinamientos virtud a un nuevo (inevitable?) pico pandémico. Para algunos el segundo. Para otros el tercero.
En nuestro pequeño territorio avanzamos la semana con la aprobación oficial el martes de la vacuna Pzifer-BioNTech y la ilusión es que las poblaciones prioritarias estén recibiendo las esperanzadoras inoculaciones antes del fin del primer trimestre del año: funcionarios de la atención sanitaria, ancianos en hogares de larga estancia, adultos de más de 58 años en general y ciudadanos con factores de riesgo.
Claro que los afortunados que reciban la vacuna en las primeras fases, no podrán relajarse, lo que por supuesto implicará continuar con el uso de mascarilla y con la aplicación del distanciamiento social. La científica Natalia Pasternak, presidenta del Instituto Questao de Ciencia de Brasil, dice que tras la primera dosis habrá que cuidarse mucho hasta la segunda y luego esperar 15 días más para que la vacuna alcance el nivel de efectividad esperado. Pero ahí no terminará el asunto. Incluso después, explica, “será necesario esperar a que una buena parte de la población esté inmunizada para que la vida vuelva a la normalidad” Y una “buena parte” de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud será el 80% de la población. Faltan entonces dosis elevadísimas de paciencia. Paciencia que parece haberse agotado en gran parte de la humanidad.
Con la Doctora experta en virología Eugenia Corrales conversamos en Hablando Claro y nos dedicamos a aclarar todas las dudas posibles acerca del hito histórico de las vacunas para repeler la COVID-19.