La confirmación simbólica de la victoria del presidente electo de los Estados Unidos Joe Biden por el Colegio Electoral el lunes pasado, ha dejado expuesta ahora en toda su magnitud lo que se sabía iba a suceder desde al menos un mes atrás con el inequívoco resultado de las votaciones de noviembre. Donald Trump es abandonado por el Partido Republicano y queda solo con un puñado de leales, gritando fraude en twitter.
No solo es un hecho bochornoso. Analistas y políticos del mundo aseguran que aunque el teatro que Trump ha llevado adelante era absolutamente previsible, ha generado un perverso efecto de socavamiento de la institucionalidad democrática que se refleja en enfrentamientos como los ocurridos el fin de semana en la propia capital; lo mismo ocurre con la batalla judicial infructuosa para revertir el resultado electoral, pero convertida en combustible para avivar los conatos de incendio de seguidores que constituyen la base que el próximo expresidente debe mantener viva para sus pretensiones de volver a la Casa Blanca tan pronto como en el 2025.
Este martes el poderoso líder del senado Mitch Mcconnell, el republicano más fuerte del denominado Grand Old Party felicitó por fin al Mandatario Joe Biden y a su compañera de fórmula Kamala Harris, de quien dijo que independientemente de las diferencias ideológicas “todos los estadounidenses se pueden enorgullecer de que nuestra nación tenga por primera vez en la historia una mujer en la vicepresidencia”. Mcconnell, además, pidió al resto de senadores no apoyar ningún intento de rebelión, ni sumarse a las objeciones a la ratificación de los resultados el próximo 6 de enero en el Congreso.
Mientras tanto Biden sigue articulando su equipo de gobierno y pidió “pasar la página” luego de que la democracia hubiera sido puesta a prueba y salido airosa del trance. De los entretelones de la elección con más eco del planeta conversamos con el periodista, analista y ex embajador en Naciones Unidas, Eduardo Ulibarri.