Queremos que nadie más muera, pero la realidad hace prever que esta semana o la próxima, Costa Rica llegará a 2.000 muertes asociadas al coronavirus. Dos mil personas.
No era algo que imagináramos allá por mayo cuando pasaban varios días sin un solo fallecimiento, pero este es el resultado de lo que como país hemos hecho (o no) en meses recientes frente al virus y de lo que cada uno, en su ámbito privado, decidimos hacer libremente por nosotros mismos y por quienes nos rodean.
Las cifras indican que el mayor impacto lo sufren los ancianos, quienes por lógica son los que más tiempo pasan en casa. Algo aquí no calza y debe llamar a la atención a los adultos de edad media o a los jóvenes que van y vienen. ¿O será que tantos contagios y tantas muertes eran inevitables? ¿O será que la vacuna de solidaridad no tiene una completa eficacia?
Así nos aprestamos a cerrar el año, con la emergencia activa, una altísima presión sobre los servicios de cuidados intensivos y la esperanza puesta en la llegada de las primeras vacunas en el próximo trimestre, mientras la actividad económica se despierta con algún riesgo necesario y las finanzas públicas crujen por las decisiones políticas, diputados incluidos, claro. Volvemos la mirada a las últimas noticias nuestras de la pandemia con el doctor Mario Ruiz, gerente médico de la CCSS, y vocero de la atención sanitaria que no cesa.