Como vivimos tiempos de sospechas cruzadas y descalificaciones a priori, el lanzamiento apenas hace unas horas de una campaña denominada “Hagamos algo. El país lo pide a gritos” del Laboratorio de Democracia, DemoLab, ya es “imputado” de ser extensión del Partido Acción Ciudadana y paradójicamente -con la misma rapidez- de representar a la derecha conservadora.
Lo cierto es que, etiquetas aparte, el Laboratorio de Democracia es una organización no gubernamental de incidencia política, como muchas otras que existen en el mundo y pretende -según su consigna de surgimiento- que la gente se involucre en los asuntos de la polis, que los gobernados dejemos de lado la apatía y el conformismo y que, con presión ciudadana (marchas virtuales incluidas), empujemos a los diputados y al Presidente de la República a tomar el toro por los cuernos, armarse de valor y arreglar de una vez por todas el déficit fiscal, la crisis de la deuda y echar a andar la reactivación económica.
El laboratorio está instalando herramientas de seguimiento a las tareas (actitudes y acciones) del Presidente y los diputados que serán mostrados mediante un “diputómetro”, “un muro de valientes” y mucha exposición en redes sociales y obviamente logrando tracción con los medios tradicionales, para dejar en evidencia si la clase política será capaz de enfrentarse a sectores que defienden sus parcelas, grupos que tienen enorme poder de influencia mediante el lobby político o con el bloqueo y paralización de las calles y autopistas; y armar una coalición de 38 legisladores para -en plenos aires preelectorales- hay que repetirlo, tomen el toro por los cuernos y aprueben el tratamiento que necesitan las finanzas públicas. En Hablando Claro también cumplimos con el cometido de conocer al DemoLab y a su presidente, el activista Álvaro Salas-Castro.