Decir que los márgenes de maniobra del Ejecutivo son cada vez más estrechos es además de reiterativo, poco útil a los efectos de tratar de explicarnos lo que le sucede al gobierno frente al dilema de aterrizar la tan esperada propuesta económico-fiscal a la Asamblea Legislativa; una propuesta que logre reunir los elementos mínimos necesarios para que merezca la consideración al menos inicial de diputados, expertos, empresarios, sindicatos, opinadores (de buena formación y advenedizos) y un largo etcétera.
A falta de condiciones propicias para maniobrar la barca antes de que encalle, o peor aún, naufrague, el Ejecutivo vía su ministro de Hacienda se niega a proferir abiertamente el sí. Sí acudiremos al Fondo Monetario Internacional en busca de la negociación necesaria para rescatar la credibilidad perdida y consecuentemente los dineros que nos permitirían financiarnos a mediano plazo para evadir los nubarrones de la tormenta tantas veces advertida.
Aunque el Mandatario ya había anunciado el camino al FMI, después de los bloqueos y la reacción generalizada de repudio, ahora parece no encontrar el momento oportuno para volver sobre el tema y la impaciencia empieza a agitar el ambiente prenavideño. Porque claro, las semanas pasan.
Por un lado quienes están convencidos del camino acusan a Zapote de querer navegar en automático hasta mayo del 22. Por otro, algunos sindicatos y sus acólitos (covid o no) mantienen muy latente la amenaza de que un paso en esa ruta y se lanzan a la calle. Otra vez. Y como si esto no fuera suficiente, en el horizonte cercano todo grita: campaña electoral.
Para empezar el mes, y para variar, nos llegó una buena noticia de la CAF (el ahora banco de desarrollo latinoamericano). Nos darán $500 millones para apoyar la emergencia de la pandemia y reforzar el presupuesto público. Ahora está por verse si este préstamo en favorables condiciones también pasa a la condición de rehén del Congreso. O dicho en otra forma, si se convierte en parte de un paquete de canje para lograr el recorte mayor del gasto público, que en todo caso, tampoco sabemos si el gobierno se atreverá a proponerlo y si los diputados terminarán por aprobarlo o aplicarán paliativos… Porque después de todo, a la campaña electoral no solo acudirá el partido en el gobierno, sino todos los demás. Conversamos con el economista y profesor universitario Edgar Robles.